Hedor
Aunque los humanos pisamos la tierra, en muchas ocasiones no somos conscientes del mundo bajo nuestros pies, geológico, animal o vegetal, ni de la implicancia entre lo político y social de la propia tierra, entremezclado, en el eterno ciclo vida/muerte, como resistencia entre el perpetuo pasado colonial y el actual régimen necrocapitalista.
Naomi Rincón Gallardo, artista visual e investigadora mexicana nacida a finales de los setentas, quien reside y trabaja entre Oaxaca y Ciudad de México, es muy consciente de lo que implica pisar la tierra. En sus proyectos, presenta mundos oníricos y crítico-mitológicos como formas de expresión, con un estilo personal e inconfundible en su manera de mezclar técnicas y disciplinas. Incorpora a su producción el interés por los juegos teatrales, la música popular, el ruidismo, lo barroco del cine queer de los ochenta, las cosmologías mesoamericanas, los videoclips musicales, la ficción especulativa, la plasticidad de festividades y artesanías vernáculas, los feminismos decoloniales y la crítica queer/cuir de color, entre otras muchas inspiraciones y homenajes que se desprenden de su obra.
En Hedor la artista nos adentra en una odisea psicodélica entre lo humano y no humano, entre la mitología de diosas ancestrales y la violencia de un estado bélico, pero visto desde las relaciones de parentesco de seres en descomposición que nutren el subsuelo. Una instalación donde diversos personajes escultóricos relacionados con la narrativa de su nueva producción videográfica Filiación Abono (Dung Kinship), acompañan a los espectadores a un viaje musical digestivo por el subsuelo, el mineral, el micelio y el inconsciente.
La protagonista de este relato es una mosca que entre basuras, residuos y desperdicios se adentra en un viaje alucinatorio por el bosque donde niños-hongo, que crecen con el estiércol, la atrapan y le revelan una epifanía antes de dejarla caer a los infiernos donde lo descompuesto y lo muerto habita: su misión no es reproductiva sino excavatoria. La mosca en su deriva, se incorpora, tras su caída en espiral, a la pelota de estiércol de un escarabajo, que la transporta a la caverna de una versión bastarda de Tlazolteotl, matrona de la inmundicia, la basura y el excremento. Allí además encontrará a un Xochipili go-go dancer quien reivindica el placer en lo subterráneo evidenciando informaciones ocultas de la historia del espionaje y el imperialismo. Juntos se extasían con el proceso de descomposición generativa que sucede por debajo de un territorio plagado de dominación bélica y militar donde zumban drones y retumba una marcha marcial. Una salida hacia la realidad de los conflictos contemporáneos, bajo un olor desagradable, donde la violencia y la muerte desgraciadamente forman parte de nuestro cotidiano.
Agustín Pérez Rubio
Una conciencia situada de habitar la tierra
Ciclo Curatorial
Hedor, es la segunda exhibición organizada por Agustín Pérez Rubio dentro de su ciclo curatorial titulado, Una conciencia situada de habitar la tierra (4 de febrero del 2024- 25 de mayo del 2025). Las muestras programadas a lo largo del año ponen el acento en la importancia de entender la práctica artística de una manera localizada, en la que el conocimiento contextual se torna no solo en algo sostenible, sino en una forma de vindicación de ciertos aspectos históricos, culturales y ecológicos. Se erosionan así los presupuestos hegemónicos que la modernidad ha apartado–o invisibilizado– con respecto al conocimiento del entorno que llega hasta nuestros días. Desde la colectividad del ciclo propuesto y a través del arte, se desplegan diversas estrategias que ponen en juego el conocimiento analítico y racional que ha sido utilizado desde la Ilustración y la Modernidad mediante instituciones reguladoras y violentas: la academia, las ciencias o el propio museo, como un modo de control sobre los humanos y no humanos. También se hace a través de la búsqueda de otras formas de resistencia y resiliencia de los sustratos geológicos en los que vivimos, que resuenan en el resurgimiento de mitos y creencias de la tierra ancestral a la que debemos escuchar más de cerca. Se tienen en cuenta, además, la puesta en valor de formas estéticas y los procesos de producción de las culturas mesoamericanas actuales, ayudando así a desestabilizar los códigos de la crítica de arte y su autoría en su forma, materia o ritualidad. Finalmente, se adentra en la representación del contexto desde la política de los cuidados y los afectos –tanto para aquellos que tuvieron que marchar fruto de la migración, como para los que se adaptaron a la nueva forma de vida– desde la contemporaneidad, erradicandola perpetuidad del tiempo colonial que se impuso por mandato. Un ciclo como huella sensible para el público que se acerque, como forma de dejar a futuro, bajo tantas capas de conciencia, como los sedimentos que componen la propia Tierra. La primera muestra del ciclo es Futuro Enterrado de Cynthia Gutiérrez (4 de febrero al 26 de mayo de 2024); la segunda es Hedor de Naomi Rindón Gallardo (23 de junio al 15 de septiembre del 2024); la tercera Transmisión Ancestral, Exposición Colectiva (27 de octubre del 2024 al 12 de enero del 2025) y la cuarta y última Di tu nombre tres veces de María Sosa (2 de febrero al 25 de mayo del 2025).
Galería
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