Tile by tile, I exist

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11 jun 2025

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7 sept 2025

Tile by tile, I exist

Tile by Tile, I Exist [Azulejo por azulejo, yo existo], la primera exposición individual en México de Esra Gülmen (1986, Estambul, Turquía), continúa su exploración del presente no censurable, una línea de investigación que está presente en su trabajo anterior, ya sea con el símbolo del arcoíris (etiquetado para mayores de 18 años en su país de origen) o dos personas besándose. El título evoca los mosaicos de cerámica que comprenden las piezas: fragmentos cuadrados de cuerpos suspendidos en el espacio, que recuerdan la censura o el pixelado, estrategias visuales de la distorsión. Sugiere una totalidad despedazada en un instante, pero también una subversión silenciosa: reclama su presencia azulejo por azulejo, recobrando su identidad a través del oficio impregnado de cuidado. Lo que permanece es la intimidad de cuerpos indisciplinados, que se esparcen como cenizas, ondas que se alejan como el agua. 

La exposición se desdobla como un espacio lúdico, una escena onírica virtual. Se compone por cuatro obras: un piso, enmarcado en terracota, de azulejos hecho específicamente para el lugar, un mosaico, una escultura de cerámica y una pieza de pared. La serie Uncensorable [No censurable] de Gülmen juega con el ocultamiento, revelando, en cambio, la persistente tensión entre la libertad y el deseo. Su uso de azulejos de cerámica —un medio utilizado a lo largo de culturas y épocas distintas, desde los mosaicos bizantinos y el arte islámico, hasta el lenguaje visual contemporáneo de Guadalajara— desafía las restricciones impuestas por el estado que moldearon su vida en el Medio Oriente, tanto en la esfera pública como en la privada. 

Two Nudes in a Pool [Dos desnudos en la alberca] encauza un anhelo de infancia: el deseo de sumergirse y flotar libremente, sin ser vista, mientras el agua se desliza sobre el cuerpo indefenso. La obra se vuelve un santuario de lo salvaje. En un diálogo espejeado con Dos desnudos en el bosque de Frida Kahlo, afirma la existencia de la ternura entre personas del mismo sexo. Compuesto por vertiginosos azulejos azules, este vientre fluido es el lugar de la amistad que flota, se resiste al anclaje, ofreciendo a cambio un sentido de continuidad, una especie de trascendencia, con aires de Bill Viola, hacia una esfera donde el deseo no necesita escondite y la performatividad se vuelve líquida. 

En su carrera, mientras Gülmen se movía a lo largo de distintas regiones, acrecentó su compromiso con cuestionar la supresión de la expresión. Comenzó a examinar las fronteras impuestas por los gobiernos, la religión y la sociedad, así como la internalización de estas fuerzas a manera de autocensura. En My Third Self-Portrait [Mi tercer autorretrato], la artista voltea su mirada hacia sí misma por primera vez, confrontando estas tensiones de frente. Su pose recuerda a la de su abuelo –sentado con seguridad, las piernas abiertas– y evoca a cuando de niña le decían que cerrara las piernas y «se comportara modestamente». Aquí, Gülmen reclama el espacio de su cuerpo, erguido, sus piernas descaradamente abiertas, revelando y ocultando el cuerpo que ha sido reivindicado como sitio de gozo y poder. 

La pieza Y mi familia me ama parte de una foto del 2001 del fondo documental Patlatonalli en Guadalajara. Una mujer sostiene un letrero que dice «Soy lesbiana, y mi familia me ama» frente a la catedral de azulejos amarillos de la ciudad. Aunque la imagen llegó a ser publicada en periódicos, fue censurada, privándola de su afirmación radical. Gülmen ahora se pregunta: ¿qué rol juega el amor en silenciar o revelar una verdad?, ¿qué se nos permite decir, o suprimir, para ser amados? Se les invita a los visitantes a completar una versión en blanco del cartel, para mostrar lo que se mantiene oculto. 

A lo largo de la exposición, Gülmen se pregunta, ¿qué sostiene el cuerpo? Vergüenza, transición, liberación. Yesterday’s Feelings [Sentimientos de ayer] ofrece un gesto juguetón: tirar nuestras cargas emocionales como si fueran basura. Creado en poliéster pero traducido en frágil cerámica para esta exposición, la pieza contrasta la transformación con la permanencia, haciendo eco del peso de identidades impuestas que permanecen, incluso cuando intentamos desecharlas. Mientras nos invita a echarnos un clavado a la alberca, Gülmen nos deja con una última pregunta: ¿a dónde van esos sentimientos, y cómo podemos transformar lo que queda?